"Por un Nuevo Contrato Social, Económico, Cultural, Ambiental y Etico:
Un desafio frente a la desigualdad, la exclusión, la crisis ambiental planetaria y la guerra".
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PONENCIA DE MARÍA LEÓN
Acudimos hoy, a esa gran maestra, la historia, para explicarnos como siendo la mujer y el hombre la esencia misma del género humano sus relaciones fueron intervenidas por un fenómeno social ajeno a su propia esencia, como fue la formación de las clases sociales, que trajeron como resultado la explotación, desigualdad, la subordinación y la discriminación.
Federico Engels, el sabio alemán, nos explica como llegamos a la más terrible de las injusticias históricas, es decir, la subordinación y discriminación de la mujer por su compañero natural el hombre. Citamos a Engels:
“La esclavitud había sido ya inventada, la fuerza de trabajo del hombre no produce aún excedente apreciable sobre sus gastos de mantenimiento. Pero al introducirse la cría de ganado, la elaboración de los metales, el arte del tejido y, por último, la agricultura, las cosas tomaron otro aspecto. Sobretodo desde que los rebaños pasaron definitivamente a ser propiedad de las familias.
Convertidas todas estas riquezas en propiedad particular de las familias, y aumentadas después rápidamente, asestaron un duro golpe a la sociedad fundada en el matriarcado”. (…) Quedaron abolidos la filiación femenina y el derecho hereditario materno, sustituyéndolos la filiación masculina y el derecho hereditario paterno. (…) El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción”
Han pasado siglos, milenios, revoluciones y mucha sangre ha sido derramada para cambiar muchas cosas, pero el dominio de los poseedores de grandes riquezas sobre los desposeídos modernos que son los trabajadores y las trabajadoras, y el dominio del hombre sobre la mujer en su esencia se mantienen.
Es necesario reconocer que los hombres explotados y las doblemente explotadas mujeres no han soportado pasivamente la opresión, recordemos a Espartaco y a su compañera Varinia rompiendo el yugo del régimen esclavista, citemos también algunas pocas de las grandes mujeres a quien tanto deben los pueblos y quienes sobretodo inspiran a las mujeres luchadoras del presente.
Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador; Flora Tristán, la Paria; Rosa Luxemburgo, la gran revolucionaria polaca; Clara Zetkin, la creadora del Día Internacional de la Mujer; Josefa Joaquina Sánchez, la bordadora de la primera bandera venezolana; Josefa Camejo, mujer insigne de Paraguaná y tantas otras, hasta llegar a las heroínas del siglo XX venezolano: Argelia Laya; Eumelia Hernández y Olga Luzardo, Livia Gouverner, Lídice Álvarez, Dora Elena González, entre muchas otras.
Por todos es conocido que los hombres que los hombres han estado y siguen estando en situación de privilegio con relación a las mujeres en lo que conocemos como Patriarcado. El patriarcado es la cultura en la cual el poder político y social ha sido pactado por los hombres para los hombres, arrogándose estos el derecho al dominio e incluso validando el uso de la violencia para la opresión de los diferentes, a quienes conceptualizan como inferiores, sean otros hombres o mujeres.
La principal manera de mantener oprimidas a las mujeres durante estos seis mil años estuvo en otorgarle funciones, y bautizarlas estrictamente como femeninas, posteriormente desvalorizar el trabajo que ellas realizaban. En primer lugar se le destinó a estar en la casa, al cuidado del hogar: a lavar, cocinar, planchar, barrer, cuidar los niños, etcétera, y en segundo lugar se desvalorizó de tal manera ese trabajo que se llamó no trabajo, todavía se llama no trabajo o trabajo improductivo para el capital, no creador de mercancías.
Históricamente, la mujer fue reducida al ámbito del hogar sin derecho a la vida pública y esta reducción produjo una mujer invisible. La desigualdad se ha manifestado en todos los órdenes. En las canciones, por ejemplo, el folklore dice que la mujer decente no puede salir de noche, y el ideal de la buena mujer es la que sabe atender su casa y servir la mesa. Este es el principal problema porque está en las costumbres. Aún hoy se habla de mujer y familia, cuando tiene que ser hombre, mujer y familia, porque la constituimos todos y todas por tanto la responsabilidad es de todos y todas.
Aunque han ocurrido cambios importantes, la invisibilización de muchas mujeres se mantiene, porque todavía persiste la sociedad patriarcal con valores promovidos por hombres y mujeres. No es fácil romper con una cultura de subordinación y exclusión que tiene miles y miles de años, en los que la mujer ha sido convertida en instrumento de su propia dominación. El proceso es lento porque en la mente de todos y todas todavía está anidado ese modo de pensar.
Las sociedades divididas en clases, explotadoras y explotadas, que se han desarrollado a lo largo de la historia tienen su última expresión en el capitalismo donde todas las inequidades e iniquidades se acentúan. El sistema capitalista conlleva a la opresión de las mujeres, materializada en desigualdad económica, confusión política, moral burguesa y relaciones sociales insanas.
Así tenemos que el patriarcado y las sociedades divididas en clases han representado perversiones históricas que nos han llevado por un camino que nos ha deshumanizado, nos ha bestializado. Sin embargo, sus bases están siendo horadadas, están siendo superadas por la realidad y por la historia.
Solo al superar las relaciones de dominación y esclavismo que nos impone las sociedades divididas en clases y el patriarcado como modo de sucesión y reproducción del poder, se habrá superado un obstáculo fundamental para que la mujer ocupe su lugar dentro de la comunidad liberada. El intento de extinción de la sociedad dividida en clases, como los ensayos socialistas históricos, no representó mecánicamente una supresión del patriarcado como modo de reproducción del dominio de género. El estreno de una nueva sociedad que representó el ensayo soviético del siglo pasado no fue suficiente para borrar las huellas que por miles de años ha dejado la subordinación y explotación de la mujer.
El siglo XXI, con la superación del actual poder oligárquico y su aliado histórico, el patriarcado, marcará la liberación de la mujer, y esta podrá incorporarse en condiciones de igualdad con el hombre en la construcción de una nueva sociedad más humana; sólo al superarse la situación de subordinación y discriminación que vive la mujer en la sociedad actual, la humanidad entera avanzará del bestialismo hacia el verdadero humanismo.
Es ahora cuando profundizamos esa lucha. Estamos derrotando estas relaciones de dominación en sus pilares fundamentales: el lenguaje, la religión, la escuela, el hogar, en la dicotomía de lo público y lo privado, el arte, la ciencia. Estos pilares están siendo golpeados por los pueblos hacia la liberación y particularmente por las mujeres concretamente con el aporte del concepto de género. He sostenido que la conciencia de la desigualdad de género ha sido para las mujeres como la conciencia de la lucha de clases para el proletariado desde el siglo XIX. Hasta su construcción por las teóricas feministas las mujeres luchábamos un poco a ciegas contra un fenómeno cuyas causas y modos de superarlo no habíamos ubicado exactamente. Ahora sabemos que nuestro principal objetivo en esta lucha es derribar la cultura del patriarcado erigida desde antes de la esclavitud.
Decía Bebel, el sabio alemán, que la mujer fue la primera esclavizada y que sería la última en liberarse. Los movimientos feministas de finales del siglo veinte y comienzos del veintiuno hacen prever que junto, y solo junto, a la liberación de la mujer y el derrumbe del patriarcalismo, sus jerarquías, opresión e ideología, esencialmente discriminatoria, avanzará la liberación de todas y todos los oprimidos, por su nacionalidad, su origen de clase, el color de su piel, su modo de vivir o de amar.
La demanda de igualdad y justicia que enarbolan las masas populares en América Latina y el Caribe, democratizando poderes que antes sólo alcanzaban las élites dominantes, el protagonismo del pueblo trabajador hace que del sur al norte del continente se destaque, que brille de manera especial esa mitad de la población que renueva la vida cada día, que trabaja, que cuida, que arrulla y que sueña y reclama igualdad con el hombre en la responsabilidad con los hijos e hijas, igualdad con el hombre en el derecho al trabajo y al salario, a la calificación, a la seguridad social, a los ascensos laborales, y a la gerencia; a la igualdad con el hombre en el alto gobierno, en los Ministerios, en los partidos, en los sindicatos, en los cargos de elección popular; la igualdad con el hombre en la educación, en la cultura, en el derecho a la recreación y al descanso.
LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
La liberación, la igualdad, la dignificación, serán hechos que marcarán no sólo al siglo XXI sino el trayecto del III milenio. Sostengo no es sólo este el siglo de la mujer sino el milenio de la mujer, es decir, de la igualdad, del amor y la justicia.
La felicidad del género humano depende hoy día de que la sociedad reconozca la igualdad en la esencia humana de la mujer y el hombre, y en consecuencia reconstruya las familias, las naciones, la sociedad mundial, sin ninguna clase de explotación, discriminación ni subordinación.
Es precisamente en esta tierra, la tierra de Bolívar, de Manuela, de Guaicaipuro y Urquía donde hoy en día estamos contribuyendo con ese nuevo horizonte que nos dará mujeres libres y con ellos humanos y humanas libres.
Nuestra Revolución Bolivariana, desde un primer momento, es esencialmente igualitaria y esto se expresa en nuestra Constitución. El primer paso que dimos todos y todas camino a la nueva visión ética que permita a la mujeres ocupar su lugar en la historia es nuestra Constitución Bolivariana desde donde se proclamó la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando tuvo lugar la Asamblea Nacional Constituyente fue presentado por nosotras un documento que se llamó Una visión de país con ojos de mujer, donde recogíamos la firma de más de cien mujeres; y este escrito, habiéndolo discutido en muchas partes del país, traía las propuestas de muchas mujeres que habían luchado por ellas desde el año 36 hasta ese momento; y podemos decir con mucho orgullo que todo lo que allí planteamos quedó dentro de la Constitución Bolivariana. En ella las mujeres venezolanas están visibilizadas desde el principio hasta el fin a través del lenguaje no sexista como pocas constituciones en el mundo; allí se consagra el derecho de las mujeres a decidir y pero para mí lo más importante e incluso lo más revolucionario: es la única carta magna en el mundo entero donde se reconoce que el trabajo doméstico genera valor agregado y crea riqueza y bienestar social.
La mujer y el trabajo doméstico fueron considerados improductivos hasta que llegó la Revolución bolivariana. Antes le preguntaban a una mujer que estaba en casa ¿Usted trabaja? Y respondía no. Desde la 5 de la mañana hasta las 12 de la noche con el lomo doblado, pero ella no trabajaba. El artículo 88 echa por la tierra todos los conceptos anteriores. Cuando medían la fuerza de trabajo, decían “menos las amas de casa y los estudiantes”. Es decir, que las amas de casa estábamos fuera de la fuerza de trabajo, éramos improductivas, y ahora con el artículo 88 tienen que reconocer el aporte económico del ama de casa que según estudios se ha demostrado que ha llegado al 80 por ciento del valor que tiene el petróleo.
Este reconocimiento en una Constitución no había pasado en ningún lugar del mundo, pasa aquí en la Revolución Bolivariana que lidera Hugo Chávez. Este es un aporte para nuestra América, para el mundo entero.
Por otra parte, la participación que tiene hoy la mujer en Venezuela no tiene precedentes en nuestro país y tal vez en el mundo entero. Tenemos cinco poderes públicos de los cuales tres están dirigidos por mujeres: el Poder Legislativo, Electoral y Judicial.
En la Asamblea Nacional tenemos la más alta participación de mujeres que hayamos tenido en la historia del país y no la tenemos paritaria porque los partidos políticos desoyeron el llamado del Consejo Nacional Electoral que les exigió el 50 y 50, pero lo lograremos. El Presidente Chávez convocó a las mujeres para integrar el partido socialista unido 50 por ciento hombres y 50 por ciento mujeres. Así nos concibió Dios y así nacemos: mitad y mitad.
Sin embargo lo más importante no son los altos cargos, a los que siempre hemos tenido derecho y se nos había negado, lo más importante es el papel que están jugando las mujeres en los consejos comunales, las misiones y en todos los programas que el Gobierno impulsa: lo más importante es el papel que la mujer está llamada a jugar y está jugando en la conformación del Poder Comunal.
El fenómeno de la participación de la mujer bolivariana en la Revolución ha logrado avances que fueron imposibles en revoluciones anteriores donde las mujeres se jugaron la vida junto a sus hermanos los hombres en la lucha pero al alcanzar el triunfo fueron excluidas de los honores y del ejercicio del poder.
Nuestra consigna permanente: DEFENDEMOS LA REVOLUCIÓN COMO DEFENDEMOS LOS DERECHOS DE LAS MUJERES permite que no hayamos postergado nuestros derechos en tiempos revolucionarios lo cuál es inédito en el mundo, permite que actualmente estemos disputando la paridad en los 5 poderes públicos. Ha permitido que participemos en la lucha pero también en el triunfo, en el ejercicio del poder.
Esta es una Revolución que dignifica a la mujer como ciudadana de iguales derechos y deberes, que reivindica al ama de casa reconociéndola trabajadora con derecho a la jubilación, que garantiza el derecho a decidir los hijos y las hijas que se quieran y puedan tener y mantener, que protege por igual la maternidad y la paternidad estableciendo claramente que las familias son responsabilidad de las parejas y no sólo de la mujer, una Revolución cuyo ente comicial establece la paridad y la alternabilidad, es decir el 50 y 50.
Las mujeres hemos tomado la vanguardia. Somos la vanguardia en la Revolución Bolivariana y no es gratuito. No es como antes, nuestras mujeres eran instrumentalizadas, llenaban los espacios con mujeres: mujeres para que cocinen, mujeres para que hagan la rifa, mujeres para que... y aquellas hormiguitas trabajando por los partidos y por todas las cosas; y después se sentaban solamente los hombres a mandar y a decidir.
Hoy las mujeres venezolanas han tomado el espacio público, se han entregado apasionadamente a la construcción de un nuevo orden social de derecho y de justicia como lo dice nuestra Constitución. Están en los Comités de Salud, las Mesas Técnicas de Agua, los Puntos de Encuentro, los Comités de Alimentación, las Mesas de Energía y los Consejos Comunales. Y es allí dónde según mi punto de vista está el camino de nuestra liberación.
EL PODER COMUNAL O LA VERDADERA DEMOCRACIA
Observar el aceleramiento social, los maravillosos cambios que se suceden sin que tengamos tiempo de asimilarlos, nos hace comprender que para realizar las inmensas tareas que se propone la humanidad, se necesita incorporar millones de voluntades. Digamos por ejemplo, el derecho a la salud, gracias a los continuos descubrimientos científicos es real la posibilidad de dar salud a los pueblos, pero se necesitan millones de médicos, enfermeras, técnicos, especialistas. El mismo fenómeno experimentamos con la educación, ¿cuántos maestros de preescolar necesitamos? Y en el deporte, la cultura, la recreación y el descanso ¿cuántos trabajadores y trabajadoras hacen falta?.Ni siquiera, las interminables tareas del hogar pueden ser asumidas por una ama de casa. Aquellos tiempos en que una mujer atendía 12 hijos, el marido y los padres, ya no volverán.
Las múltiples exigencias de un hogar en el siglo XXI demanda la colaboración y ayuda mutua de todos los miembros de la familia. Cuando hay tres hijos se considera una familia numerosa, para cuyo cuidado hace falta además del esfuerzo del padre y de la madre, la ayuda de las instituciones del estado y de diversos entes públicos o privados, es decir, las familias necesitan ser democratizadas.
En los años 90, con la convicción de que sólo millones de seres conscientes podían salvar al planeta de su real amenaza de extinción, comprendiendo que o democratizamos el saber, el poder, las riquezas, las propiedades, o perece sin remedio el género humano, nos propusimos como objeto de la democratización el gobierno y diseñamos lo que denominamos: El Gobierno Alterno. Es decir, una forma de organización social a todos los niveles que permitiera incorporar la inteligencia y el trabajo de las mayorías (cuya mitad son las mujeres) en los asuntos del Estado, entendiendo que el Estado es un ente opresor, y que para abolir la opresión habrá que democratizarlo y más aún trascenderlo.
Este modelo de Gobierno Alterno lo propuse al pueblo de Caracas cuando fui candidata por el Partido Comunista a la Alcaldía de la ciudad y consiste en superar lo que hasta entonces se llamaba participación popular desde el gobierno burgués, a la que el pueblo ironizaba conjugando el verbo participar: yo participo, tu participas, él participa, nosotros participamos, vosotros participáis, ELLOS DECIDEN. En efecto el pueblo participaba y las élites decidían.
La propuesta de Gobierno Alterno trata de darle mayor coherencia a las tendencias que se vienen desarrollando en el movimiento popular, buscando una manera distinta de organización de este movimiento y un modo eficaz para influir en las decisiones, pero no sólo para cualquier decisión, sino para incidir en las que consideramos las decisiones más importantes de gobierno.
Me permito reflexionar nuevamente sobre esta propuesta incorporándole las conquistas, herramientas, que hoy en día tenemos como gobierno y como pueblo ahora cuando somos gobierno quienes desde los sectores populares venimos promoviendo nuevas formas de organización.
En primer lugar queremos resaltar como nuestra Constitución Bolivariana ha recogido a lo largo de su texto los principios de corresponsabilidad y cogobierno en la gestión pública resaltando la importancia de la participación popular en la formulación, ejecución y control de la gestión pública, lo cual había sido trabajado por diversos movimientos comunitarios.
A medida que la Revolución Bolivariana se profundiza, el Poder Comunal es ampliamente reconocido y hoy tenemos que uno de los 5 motores revolucionarios, para muchos, como en mi caso, el más importante, es la explosión del Poder Comunal. Durante estos 8 años hemos avanzado en cuanto a formas de organización de este Poder Comunal, marcos legales y esperamos por su inclusión en la Constitución a través de la reforma constitucional.
En nuestra visión los Consejos Comunales deben organizarse de manera similar a los Poderes Públicos y de hecho lo han venido haciendo. En nuestra Constitución el Poder Público esta dividido en 5 áreas (Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, Poder Ciudadano y Poder Electoral) y en tres niveles, nacional, regional y municipal.
Así tenemos que las organizaciones populares y la institucionalidad, según esta propuesta, deben compartir la misma estructura de manera que dentro de las organizaciones populares existan subcomités especializados que se correspondan con las oficinas o departamentos del Poder Público.
Entonces una vez organizado el pueblo en su vocación y conocimientos específicos, es decir, en los comités de trabajo de los Consejos Comunales: Comités de Salud, Mesas Técnicas de Agua, Mesas Técnicas de Energía, Puntos de Encuentro y otros comités de mujeres, Comités de Salud, Alimentación, de jóvenes, de deporte, de defensa de la patria, de seguridad y otros, los Consejos Comunales como órgano del Poder Comunal, con el mandato de las Asambleas de Ciudadanos y Ciudadanas, presentaría al Poder Público (en sus diferentes áreas y niveles) sus propuestas que deben contener fundamentalmente los puntos que definiremos a continuación.
- Definir, ejecutar y controlar políticas, planes y proyectos.
- Nombramiento de los funcionarios y funcionarias públicos.
- Elaboración y ejecución del presupuesto público.
- Políticas comunicacionales.
Ahora bien, es indispensable resaltar que la participación de los Consejos Comunales como instancias del Poder Comunal en la toma de decisiones de acuerdo a esta propuesta no se limita a aquellas decisiones que afectan en su comunidad si no en aquellas que definen las Políticas Públicas en el sentido más amplio, es decir, se trata de que el Poder Comunal sea un interlocultor válido para cada uno de los Poderes Públicos, sobretodo en estos aspectos sustanciales.
Todo lo anterior incluye, transferencia de poder en la toma de decisiones pero también transferencia de recursos y conocimientos desde el Poder Público hacia el Poder Comunal procurando así su fortalecimiento y favoreciendo su consolidación.
Estos mecanismos de organización y participación en las decisiones por parte del movimiento popular hoy en día institucionalizado a través del Poder Comunal democratizará los poderes públicos fundamentales en todos los niveles, nacional, regional y local. Eso nos conducirá al autogobierno, a una organización social autogestionaria, a la sociedad de iguales.
LAS MUJERES LIDERAN LA COMUNIDAD
Y cuando el espacio principal de confrontación revolucionaria se extiende a la comunidad, cuando se pone el énfasis en la comunidad, donde la mujer históricamente es la protagonista, las clases dominantes tienen un nuevo sujeto y sujeta de confrontación, donde el líder no es solamente como en el centro de trabajo nuestro compañero el varón, sino quien lidera es la mujer; muchas veces el ama de casa. La Explosión del Poder Comunal se nutre del protagonismo desbordante de la mujer en la Revolución Bolivariana. El Poder Comunal tiene como lidereza natural a las mujeres y mientras se profundice, con ese poder, avanza la mujer.
Podemos afirmar entonces para finalizar que:
Con la primera Revolución del siglo XXI, la Revolución Bolivariana, la mujer ha emprendido definitivamente su marcha hacia el destino de paridad e igualdad con el hombre.
Al incorporar a la confrontación del pueblo contra la oligarquía el destacamento mayoritario que somos las mujeres, la oligarquía nacional e internacional tendrá que retroceder hasta su derrota final.
Que uniendo hoy al pueblo trabajador como sujetos y sujetas de la transformación, de la creación de un mundo nuevo nos alejaremos cada vez más del bestialismo y avanzaremos hacia niveles soñados de humanismo, de comprensión, tolerancia, de amor y de paz!