Dentro de mi pensamiento ingenuo, debo reconocer que hasta el fatídico día que vi rodar la estatua de Lenin, nunca antes cuestioné lo que para mí era una verdad irrefutable: La clase obrera bajo la dirección de Lenin había tomado el poder en la Revolución Socialista de 1917 y desde entonces la humanidad vivía la época del transito del capitalismo al socialismo ¿Cuál socialismo? El que se construía en la URSS y en todo el campo socialista incluida nuestra heroica Cuba, expresión latinoamericana del socialismo.
Derrumbada la URSS y roto el campo socialista se derrumbó también nuestra verdad y nos enfrentamos con la necesidad de explicarnos nosotras mismas qué había pasado y cómo seguiríamos adelante luchando por la justicia. No había teórico que pudiera explicarnos lo que había pasado ni mucho menos lo que traería el futuro. Las escuelas de los partidos se cerraron. Recuerdo mis palabras de amargura en un Pleno del Comité Central del PCV, partido en el que milité durante cincuenta años:
«Camaradas he sido estafada dos veces, primero me dijeron que la clase obrera estaba en el poder, en la URSS y no era cierto. Luego me convencieron que la perestroika se desarrollaba para salvar el socialismo y esta afirmación fue tan falsa como la anterior, ¿En qué debo creer?».
Con este recuerdo quiero expresarles que desde ese momento he realizado grandes esfuerzos por interpretar los hechos por mí misma y pongo en duda casi todas las afirmaciones de los teóricos, me refiero a los que desarrollan teorías revolucionarias porque a los otros sencillamente jamás los he leído ni los leeré. Es así como me vi obligada a construir una respuesta que me permitiera seguir luchando por el ideal del socialismo y comprender que es mi deber histórico, patriótico y humano empeñarme en su construcción. Quiero compartir con ustedes esa reflexión de entonces. Para quienes usamos algunos conceptos del materialismo histórico, las revoluciones son saltos cualitativos, es decir, la lucha de la clase oprimida va desenvolviéndose en innumerables procesos que le permiten la acumulación de fuerzas que llamamos cambios cuantitativos, una larga acumulación de cambios cuantitativos permite en un momento históricamente determinado, que la clase dominada produzca el salto que le permite desplazar a la clase dominante del poder, pensamos en la ruptura del régimen esclavista, del régimen feudal y del régimen capitalista. Sin embargo reflexioné, lo esencial de todos estos regímenes esclavistas, feudal y capitalista, es la explotación del hombre por el hombre y aun cuando en el pasado se dieron grandes revoluciones en los cinco mil años anteriores ninguna de ellas había cambiado ese aspecto esencial, es decir, la explotación de una clase por otra.
Ahora bien, después de transcurrir miles de años con regímenes de esencia explotadora, es cuando se produce una revolución que por primera vez en la historia pone fin a la explotación del hombre por el hombre y consagra este principio en su constitución. En la Revolución de octubre de 1917 se da el primer salto cualitativo en la historia de la lucha de clases. Es la primera vez, que en una revolución, las clases explotadas, obreros, campesinos y soldados instituyen un nuevo poder y lo mantienen durante decenios. Setenta años de socialismo intentando construir un régimen sin explotación del hombre por el hombre, contra los cinco mil años anteriores de gobiernos, estados y regímenes explotadores, a mi modo de ver son un breve tiempo para la historia. La proeza realizada por el pueblo ruso dio comienzo como lo predijera Carlos Marx, a la historia del hombre y agrego yo, y de la mujer, los milenios anteriores son la prehistoria de la humanidad. Después de la revolución de octubre, nada ha sido igual en el planeta tierra. Las bases del régimen de explotación fueron resquebrajadas y no se reconstituirán jamás. Setenta años bastaron para demostrar que los trabajadores pueden existir sin los patronos. La clase capitalista es innecesaria para la humanidad. Pienso que setenta, cien, doscientos, trescientos y hasta un milenio puede durar la lucha por eliminar la ignominia de haber vivido la humanidad en sistemas de explotación y quienes sentimos la justeza de la lucha del ser humano por una sociedad de iguales, con modestia, con sencillez, contribuiremos cada día de nuestra existencia para que florezca esa sociedad de justicia que llamamos socialismo.